Noviembre 20.- Para hacer un llamado a favor de su aprobación, el diputado Eduardo Díaz intervino en la discusión previa a la votación del proyecto de ley que crea el espacio costero de los pueblos originarios, que esta mañana obtuvo el apoyo mayoritario de 99 legisladores en la Cámara de Diputados.
El texto legal, aprobado entre vítores de comunidades indígenas presentes en las tribunas de la Cámara, crea la figura jurídica del espacio costero marino de pueblos originarios, cuyo objetivo será resguardar el uso consuetudinario de dichos espacios, a fin de mantener las tradiciones y el uso de los recursos naturales por parte de las comunidades indígenas vinculadas precisamente al borde costero.
El parlamentario señaló que celebraba el avance de este proyecto tan querido, y por el cual junto a las comunidades mapuches lafquenches de Carahue, Toltén, Saavedra, y Teodoro Schmidt, siempre han luchado unidos, desde la época de su ingreso al Parlamento, el año 2005, y de su tramitación inicial en la Comisión de Medioambiente, la cual integraba en ese entonces.
Díaz explicó que reconocer que existe un espacio costero de los pueblos originarios es ponerse al día tanto con la historia, como con el derecho comparado moderno, como con la obligación que Chile tiene de mirar de una vez a la cara y respetar a los herederos de sus primeros habitantes, e incluirlos con todos sus derechos dentro de un Estado Integrador pluri étnico y multicultural.
A la vez, explicó que “reconocer que existe un espacio costero perteneciente a nuestros pueblos ancestrales es dar tangibilidad jurídica al uso consuetudinario que desde los primeros habitantes los pueblos costeros han hecho del borde del mar, usos que a diferencia de la civilización occidental no se remiten tan sólo a lo económico o lo productivo, sino que también dicen relación con las raigambres más acendradas, la religiosidad, y por lo tanto, sus modos de vida y sus culturas”.
En tercer lugar, precisó que “reconocer este espacio marítimo tan particular, es ser testigos de cómo el ser humano, comunitariamente, puede relacionarse de manera integrada con su medio ambiente, sin destruirlo, sino por el contrario, respetándolo, protegiéndolo y fomentándolo, por medio de prácticas dictadas por la sabiduría de los siglos”.
En atención a los argumentos anteriormente expuestos, Eduardo Díaz pidió a sus colegas diputados votar a favor del proyecto, y una vez constatado el éxito de la votación, celebró su aprobación como “un enorme primer paso a favor de un nuevo Chile, integrador con los herederos de sus habitantes ancestrales y pluri étnico en lo político”.
El texto legal, aprobado entre vítores de comunidades indígenas presentes en las tribunas de la Cámara, crea la figura jurídica del espacio costero marino de pueblos originarios, cuyo objetivo será resguardar el uso consuetudinario de dichos espacios, a fin de mantener las tradiciones y el uso de los recursos naturales por parte de las comunidades indígenas vinculadas precisamente al borde costero.
El parlamentario señaló que celebraba el avance de este proyecto tan querido, y por el cual junto a las comunidades mapuches lafquenches de Carahue, Toltén, Saavedra, y Teodoro Schmidt, siempre han luchado unidos, desde la época de su ingreso al Parlamento, el año 2005, y de su tramitación inicial en la Comisión de Medioambiente, la cual integraba en ese entonces.
Díaz explicó que reconocer que existe un espacio costero de los pueblos originarios es ponerse al día tanto con la historia, como con el derecho comparado moderno, como con la obligación que Chile tiene de mirar de una vez a la cara y respetar a los herederos de sus primeros habitantes, e incluirlos con todos sus derechos dentro de un Estado Integrador pluri étnico y multicultural.
A la vez, explicó que “reconocer que existe un espacio costero perteneciente a nuestros pueblos ancestrales es dar tangibilidad jurídica al uso consuetudinario que desde los primeros habitantes los pueblos costeros han hecho del borde del mar, usos que a diferencia de la civilización occidental no se remiten tan sólo a lo económico o lo productivo, sino que también dicen relación con las raigambres más acendradas, la religiosidad, y por lo tanto, sus modos de vida y sus culturas”.
En tercer lugar, precisó que “reconocer este espacio marítimo tan particular, es ser testigos de cómo el ser humano, comunitariamente, puede relacionarse de manera integrada con su medio ambiente, sin destruirlo, sino por el contrario, respetándolo, protegiéndolo y fomentándolo, por medio de prácticas dictadas por la sabiduría de los siglos”.
En atención a los argumentos anteriormente expuestos, Eduardo Díaz pidió a sus colegas diputados votar a favor del proyecto, y una vez constatado el éxito de la votación, celebró su aprobación como “un enorme primer paso a favor de un nuevo Chile, integrador con los herederos de sus habitantes ancestrales y pluri étnico en lo político”.
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